

¿Por qué ocurre el miedo a la oscuridad en adultos?
Por: Daniel Amorena
31 Jul, 2023
Si hay un tema que es recurrente en las películas de terror es el de la oscuridad. Un ámbito que no puede faltar en cualquier contexto que quiera suscitar el miedo entre personas.
Es que la oscuridad y la noche despiertan una ansiedad casi biológica al colocar a los humanos en una situación desventajosa para su supervivencia, perdiendo su sentido más privilegiado: la visión. El sentido biológico de esta carencia, además de muchas referencias culturales —como las películas, los relatos, las anécdotas, los libros y demás— hacen de la oscuridad objeto de temor.
Eso sí, un cierto nivel de temor a la oscuridad y el miedo agudo que ésta produce son dos cosas distintas; cuando éste último es demasiado intenso, la categoría de nictofobia, o fobia a la oscuridad, podría servir para describirlo.
La nictofobia es producida por la previsión de riesgos y amenazas que suponemos existen en el mismo lugar que nosotros, cuando las luces desaparecen. Una especulación que puede generar gran ansiedad a las personas, y que también puede impedir la capacidad de reaccionar o de pedir ayuda por un bloqueo generalizado.
Se sabe que estos miedos son muy comunes en la niñez, y que entre los 3 y 5 años los menores son especialmente susceptibles a la oscuridad. Estas emociones negativas pueden incluso llegar hasta los 8 o 9 años: lo común es que con el tiempo desaparezcan progresivamente.
El problema surge cuando este miedo y ansiedad aguda a la oscuridad no se disipa y trastoca la vida de los adultos de modo significativo. Entonces la nictofobia se convierte en un diagnóstico serio.
Hay individuos que no están dispuestos a recorrer su casa a oscuras ni a levantarse al baño en medio de la noche. También pueden padecer insomnios.
Los síntomas psicológicos y fisiológicos comienzan a multiplicarse; para detectar este cuadro, es importante conocerlos. Los más importantes son: el miedo irracional a la oscuridad, ansiedad intensa durante la noche, necesidad de tener una luz prendida para dormir, resistencia a salir de casa por las noches, y síntomas físicos como la sudoración, dificultad para respirar y mareos.
Antes de seguir, es importante hacer una distinción: no es lo mismo sentir miedo que padecer una fobia. En el campo de la salud mental, la fobia se considera una expresión de angustia desproporcionada, irracional, que se da con persistencia y escapa a la voluntad del individuo. Se trata de objetos o circunstancias que no representan amenazas reales y que la mayoría de personas pueden sobrellevar sin impedimentos.
Por su parte, el miedo sí que responde a circunstancias riesgosas o peligrosas para los individuos y tiende a ser proporcional con el grado de amenaza.
La fobia a la oscuridad —como el resto de fobias— genera comportamientos de evitación y distorsiona la realidad en cuanto la luz desaparece, generando amenazas mentales que conviven con la persona en ese mismo lugar.
Los tratamientos para la nictofobia suelen incluir psicoterapia, siendo la cognitivo-conductual una de las más comunes. Aunque los tratamientos farmacológicos con ansiolíticos y antidepresivos también son utilizados.
Además, técnicas de relajación y respiración, estrategias de atención plena, o modelos de exposición y desensibilización progresiva también son comunes. Son muchos los tratamientos posibles para resolver esta fobia que afecta a muchos adultos y que representa una caída significativa en su calidad de vida.
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