

Por qué nos sonrojamos cuando sentimos vergüenza
Por: Daniel Amorena
21 Ago, 2023
Para muchas personas no hay nada más incómodo que vivir una situación de estrés o vergüenza, y terminar rojos como tomates. Todavía peor cuando alguien hace un comentario al respecto. Bien, ese fenómeno corporal es conocido como rubor y es causado por la vasodilatación en el rostro.
Una de sus particularidades es que se manifiesta, exclusivamente, en los seres humanos y se desencadena en circunstancias de estrés, vergüenza o ansiedad.
Una de las explicaciones para su aparición apunta a que el cuerpo aumenta su temperatura al experimentar estas situaciones. Para perder algo del calor, el cerebro ordena la vasodilatación del organismo; lo que no está del todo claro es por qué el rubor se expresa particularmente en el rostro, las orejas, el cuello y parte del tronco.
Ahora, las razones por las que ciertas personas se ruborizan más que otras son variadas. Lo primero a considerar es el color de piel: aquellas que son más claras tienden a transparentar más, mientras que las que son más oscuras hacen de filtro con respecto a los vasos sanguíneos.
Una segunda consideración está en los mecanismos neurovasculares que orquesta el cerebro: al ordenarse la apertura de los vasos sanguíneos, hay individuos que son más sensibles, resultando en una vasodilatación más intensa.
Con respecto a su valor adaptativo, no hay más que especulaciones. Ya Darwin trabajó el tema en su día y no encontró ninguno. Sin embargo, interpretaciones más recientes, que no pasan de hipótesis, sugieren que el rubor hace de señal biológico social para generar comportamientos de cooperación: si el sonrojo aparece con el estrés, la idea es que otros puedan ayudarnos y consolarnos.
Lo que queda claro es que para los humanos tiene un valor social y su aparición no nos es indiferente.
Para quienes es problemática su aparición, remedios caseros como compresas frías o aplicar hielo con un paño son buenas alternativas. Incluso existen propuestas farmacéuticas en cremas que previenen la vasodilatación por algunas horas.
Lo que parece cierto es que es un fenómeno casi inevitable que resulta tan perturbador porque expresa, sin nuestro consentimiento consciente, nuestro estado emocional en un momento particular. Un súbito confesionario biológico.
Foto de portada: Caleb Woods en Unsplash
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