

El tiempo al aire libre es bueno para los niños
Por: Daniel Amorena
14 Ago, 2023
El horizonte digital cada vez desplaza más ámbitos del horizonte material. Los niños, encantados por las posibilidades de televisiones y dispositivos móviles, cada vez salen menos de casa y se pierden de los beneficios del aire libre.
Y es que va más allá de una simple moral nostálgica que batalla contra los nuevos tiempos y tecnologías: el tiempo al aire libre es bueno para la salud física y mental de los pequeños. Les ayuda, por ejemplo, a experimentar menos ansiedad y a fortalecer su sistema inmune. Pero vamos por partes.
Recientes investigaciones han demostrado el papel que la luz azul de los dispositivos tiene sobre los ciclos del sueño. La luz natural del sol ha hecho desde siempre de referencia biológica para provocar el sueño y el despertar: la que proviene de los televisores y pantallas altera el reloj circadiano del cuerpo y le impide producir melatonina, la hormona inductora del sueño.
Algunos estudios, recupera National Geographic, han demostrado que cuanta más luz natural se recibe durante el día, menos efectos nocivos tiene la luz azul al acercarse la hora de dormir. Lo que permite a los niños dormir antes y mejor.
Además, claro está, encontramos la vitamina D que el organismo produce al recibir la luz ultravioleta del Sol: el desarrollo óseo mejora y el sistema inmune se fortalece. Y un neurotransmisor como la serotonina se libera con más facilidad, mejorando el estado de ánimo.
Los expertos recomiendan que los pequeños pasen entre media hora y una hora en el exterior: jugando, paseando o simplemente descansando en el jardín.
Es que el tiempo al aire libre y el juego exterior es diferente cualitativamente al que transcurre dentro de cuatro paredes. La desestructura que caracteriza al exterior permite formas novedosas y originales de interactuar con el ambiente, orillando a formas de jugar inéditas que estimulan la creatividad y la imaginación.
Los sentidos son más estimulados que frente a las pantallas: el olfato, el tacto y el oído se activan y se mantienen alerta a los sucesos impredecibles; también se realiza más actividad física, que ayuda a mantener saludables a los niños y puede reducir síntomas del TDAH, por ejemplo.
Finalmente, origina un tipo de atención especial conocida como fascinación suave hacia el entorno. Los espacios interiores y urbanos favorecen a ignorar distractores, que resulta agotador a la larga. La fascinación suave recorre los estímulos con tranquilidad y asombro, y resulta placentera.
Así es que, cada que se pueda, aprovecha para sacar a tus hijos o nietos a pasear por las calles o a jugar al jardín. Puedes organizar cenas en el exterior al caer el sol o elegir caminar en vez de tomar el coche. Cada posibilidad de disfrutar el exterior, beneficia a los niños.
Foto de portada: Carlos Magno en Unsplash
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